Estos días se aprobaba en el Senado un nuevo tema de máxima importancia política y social para España: el uso de todos los idiomas oficiales en la Cámara Alta -cuya utilidad, de paso, podrían debatir y votar. Al filo de los cinco millones de parados, convencidos por enésima vez en la certeza de que la crisis está-a-punto-de-acabar y de que todas las previsiones negativas venidas desde la UE no son más que falacias, sus señorías del Senado por fin sacan a la luz este tema crucial.
Bien, pues ha llegado la hora: clamo y reivindico más aún. Solicito, pido, exijo, ¡reclamo de forma inmediata! -a ser posible, antes de las elecciones del próximo año- mi derecho legítimo a poder expresarme en mi vida diaria madrileña en una de esas lenguas oficiales de España. Por supuesto, sin que eso suponga detrimento en mi cómoda vida actual y con la seguridad absoluta de que mi derecho a expresarme en mi día a día en catalán no será vulnerado. Por derecho de sangre, ya que mi padre se apellida Pons y desciendo de la familia Negrevernis, afamado grupo de la Barcelona del s.XIX. Vamos, que si me lo propongo, soy más catalana, más pluriligüe, más demócrata y más progre que Montilla -que es de origen aragonés. Así se construye país y verdadera memoria histórica, sí, señorías. Sí, señor.
Bien, pues ha llegado la hora: clamo y reivindico más aún. Solicito, pido, exijo, ¡reclamo de forma inmediata! -a ser posible, antes de las elecciones del próximo año- mi derecho legítimo a poder expresarme en mi vida diaria madrileña en una de esas lenguas oficiales de España. Por supuesto, sin que eso suponga detrimento en mi cómoda vida actual y con la seguridad absoluta de que mi derecho a expresarme en mi día a día en catalán no será vulnerado. Por derecho de sangre, ya que mi padre se apellida Pons y desciendo de la familia Negrevernis, afamado grupo de la Barcelona del s.XIX. Vamos, que si me lo propongo, soy más catalana, más pluriligüe, más demócrata y más progre que Montilla -que es de origen aragonés. Así se construye país y verdadera memoria histórica, sí, señorías. Sí, señor.
Desde este lugar de la pantalla agradezco sobremanera, además, a esa senadora del PNV su recordatorio de sus orígenes vasco-várdulos (un pueblo prerrománico del s. VI a.C); es decir: es digno de mención que la reinvindicación de la España plurilingüe se asiente en los pueblos previos a la llegada del mundo romano -ese pueblo opresor por antonomasia. Pienso yo que podría haberse remontado al mundo previo Neolítico, por ejemplo, pero bueno...; así que yo reivindico mi origen carpetano y layetano, y mi origen latino por conquista romana antes del s.I a.C.. Y mi origen musulmán por conquista islámica en el 711. No sé si nombrar a los fenicios, griegos o celtas de la Edad Antigua para que a sus señorías no se les escape la importancia que supone para mí el poder expresarme, por tanto, en virtud de mis raíces, en cualquiera de mis idiomas: español y catalán -ya que no sabemos muy bien cómo sonaría el idioma de los pueblos prerromanos-, fenicio -o árabe del Líbano, ya que estamos-, griego moderno o algún otro del mundo anglosajón derivado del céltico...
Gracias, señorías, por recordarme, pues, que mi abuela paterna, catalana de pro, no hablaba en su otro idioma oficial en la postguerra, pero le cantaba así a mi padre en la cuna, y no estamos traumatizados, oiga. Gracias por remontarme en esta tarde al mundo anterior a la conquista romana peninsular del s. I a.C para ahondar en mis raíces.
120 000 euros anuales parece que va a costar que sus señorías, de nacimiento españoles, puedan entenderse a golpe de traducción simultánea en la Cámara Alta; pero bueno, no pasa nada, porque este es el país de la lucha contra la demagogia de los cuentos infantiles y del curar los traumas de la Guerra Civil a base de no dejar a la gente que la vivió morir ya en paz (no sé, me da que tal vez su señoría Presidente es que tiene traumas... por no haber luchado en la guerra, como mi abuelo).
Juraría que eso de la Historia de España ha sido algo común a todos los españoles, pero quizá sus señorías prefieran quedarse en su rincón várdulo...
120 000 euros anuales parece que va a costar que sus señorías, de nacimiento españoles, puedan entenderse a golpe de traducción simultánea en la Cámara Alta; pero bueno, no pasa nada, porque este es el país de la lucha contra la demagogia de los cuentos infantiles y del curar los traumas de la Guerra Civil a base de no dejar a la gente que la vivió morir ya en paz (no sé, me da que tal vez su señoría Presidente es que tiene traumas... por no haber luchado en la guerra, como mi abuelo).
Juraría que eso de la Historia de España ha sido algo común a todos los españoles, pero quizá sus señorías prefieran quedarse en su rincón várdulo...